La Feria de Atracciones por Navidad se fue de Siete Palmas, pero la Montaña Rusa de las emociones se quedó instalada una jornada más en el interior del Estadio de Gran Canaria. En 90 minutos se vivieron momentos de emoción y éxtasis, de enfado e indignación pasando por fases de tedio y aburrimiento.
El partido ante el Real Murcia, es de esos partidos que generan afición, enganchan a los aficionados rezagados, recupera escépticos, agota adjetivos y es una mina informativa para los medios de comunicación.
Tras el partido con el Betis en Copa del Rey todos tuvimos la sensación de morir en la orilla tras el gol de Rubén Castro (siempre Rubén) que sentenciaba la eliminatoria en las postrimerías del partido. Este Domingo, tras una cadena de errores propios y ajenos, el equipo llegaba al final del partido con la sensación de obtener un botín inferior al merecido, pero en este caso cuando el partido languidecía surgió la calidad que emana de la delantera amarilla, incluso cuando las fuerzas ya son exiguas, para hacer explotar en un éxtasis colectivo a todo el Estadio de Gran Canaria. Nadie suponía 90 minutos antes que el partido acabaría de tal forma.
Porque el partido comenzó de forma inesperada y en escaso 5 minutos Thievy y Momo habían subido el 2-0 al marcador y había regado de alegría las gradas del recinto de 7Palmas. Pero esa efervescencia incicial fue un puro efecto gaseosa pues mediada la mitad de la 1ª parte el Real Murcia ya había tomado el mando del partido, y sin realizar un fútbol muy elaborado estaba poniendo en apuros al conjunto amarillo.
La UD Las Palmas pagó su exceso de confianza, y su intención de dormitar el juego con 2 goles que elevaron la igualdad de nuevo al marcador. Uno de ellos, el 2-2, de penal inexistente sobre Kike que se dejó caer en una magnífica actuación que logró su objetivo: penalti y expulsión del arquero amarillo. Este error arbitral llevó la indignación y el cabrera a la parroquia amarilla, ofuscada entre errores propios y ajenos, las oportunidades desperdiciadas por Chrisantus, un tiro al palo de Vitolo, desaprovechar una ventaja de 2 goles casi de inicio.
Cuando el abatimiento, la tristeza, el "otra vez" y el "no puede ser" se hacían dueños de las gradas y el ambiente del EGC, llegó la respuesta de raza de un equipo en inferioridad numérica pero infinitamente superior a su rival en calidad y recursos técnicos, y una mezcla perfecta de arrojo, brega y calidad Thievy y Vitolo armaron una jugada de escándalo que cerró el canterano con un gol marca de la casa que dejó en nada el éxtasis de Santa Teresa.
Tras las derrotas de Soria y Sevilla lo habíamos apuntado desde estas líneas. La 1ª era un accidente por lo abultado del resultado pero necesario, y la 2ª no era una derrota, era una lección, una enseñanza y una autoconfirmación. Está prohibido desconfiar de este equipo.