¡¡ Sí se puede !! ha
sido el cántico de guerra esta temporada. El reflejo sonoro del cambio
de objetivos, de mentalidad que en el club de Pío XII se ha ido gestando desde
hace muchos años. En un proyecto a medio-largo plazo donde se fueron dando los
pasos para ir madurando y posicionándose en el lugar que permitiera en el
momento correcto obtener el tan ansiado ascenso. Es un proceso de ensayo y
error, de aprendizaje continuo, de muchos fracasos y algunos aciertos. Errores
cómo el proponerse plazos (cortos) para asaltar un objetivo demasiado exigente sin estar preparado fue uno de ellos. A Miguel Ángel Ramírez le perdió su verborrea, a veces precavida, a ratos
imprudente, que le condenó a llevar a cabo un proyecto de ascenso basado en
nombres más que en posibilidades reales y que estaba condenado al fracaso.
Hablo, como no, de la olvidable temporada 2009/10 donde se realizó una
inversión económica apresurada que no obtuvo a cambio nada, peleando hasta el final por no descender.
Pero no sólo aprende el club, también la afición, que ha
seguido siendo exigente todos estos años pero ha sabido identificar el momento
para la crítica, el momento para el aliento. Más allá de los habituales
incondicionales de aliento perenne que son Ultra Naciente, el resto del
graderío amarillo ha sabido estar a la altura esta temporada: animando en los
peores momentos, exigiendo al equipo en los momentos de apatía, pero siempre
creyente en conseguir lo imposible.
No ha sido fácil para nosotros soportar las habituales sornas de amigos, compañeros, vecinos y resto de ateos de la fe amarilla. Deseosos de recordarte lo inútil de ese sentimiento,
del sin sentido de subir para volver a bajar, de los mercenarios que son tus
jugadores (y que por supuesto no lo son aquellos de quienes a sus equipos siguen), adjetivos hirientes para el equipo y aficionados y otras tantas frases que a buen seguro ya saben a cuales me refiero. Pero ellos, aficionados al balompié vía TV, rojadirecta y Play3 jamás sentirán nada parecido al sentimiento amarillo.
El pasado miércoles, como tantos miles, recibí a la guagua
del equipo en la c/Fondos del Segura voz en grito, bufanda en mano,
sentimiento a flor de piel, corazón hinchado y orgullo intacto. Fue un
momento mágico, volver a estar ahí,
dispuesto a obtener algo grande, de volver a ser protagonistas, de enfrentarnos
a un reto a la altura de nuestro honor, de nuestro orgullo. Fue un momento
mágico, un terremoto de sentimientos y recuerdos que acongojaban, que ahogaban
mi voz, que inundaban los ojos de un sentimiento que ese día fue alimentado, aunque no
le hiciera falta, hasta el fin de mis días.