La historia del fútbol está plagada de
ejemplos donde partidos con muchos goles son calificados de soporíferos y caen
al olvido, y de exiguas victorias que se recuerdan por su significado o por
algún pasaje significativo. Por estos dos últimos motivos será recordado el
encuentro del pasado Sábado ante el Real Madrid Castilla.
El encuentro, hay que reconocerlo así, no fue
un partido de altos quilates, pero contuvo en su desarrollo de varios momentos
brillantes y una jugada mágica, maravillosa, digna de los elogios con los que
se ha ensalzado. Los filiales son equipos formativos, con jugadores en fase de
aprendizaje (aunque alguno de ellos se sienta ofendidos por esto último) y como
tales tiene un rendimiento bipolar. Capaces de lo mejor y de lo peor pueden ser
el mejor invitado a una fiesta, o el amigo del novio que destroza la boda. Y
con ganas de ser lo segundo llegó al Estadio de Gran Canaria Jesé y cía. Con el
peso del escudo que llevan en la camiseta y el orgullo que su historia les
otorga saltaron al campo con ganas de ser los protagonistas desde el comienzo.
El conjunto de Sergio Lobera, al igual que su
técnico, tienen un perfil joven pero experimentado, conocedores de lo que pueden dar noventa minutos, no
discutieron de entrada el deseo exacerbado de protagonismo de Jesé y compañía.
Sabedores que la bisoñez del filial merengue ofrecería inmejorables ocasiones
para su beneficio, la UD se preocupó en finalizar las jugadas que se iniciaran
para no dar oportunidad de contragolpe a un equipo que, como su hermano mayor,
despliega un fútbol vertiginoso pivotado sobre la calidad y verticalidad de
Jesé.
Capítulo aparte merece la estrella del
conjunto blanco. Al exjugador del Huracán nadie podrá negarle jamás su calidad
y aptitudes para el balón, su problema son sus actitudes, o la falta de las
actitudes correctas. Siempre haciendo referencia al plano deportivo, recuerda
al recién llegado Cristiano al Real Madrid (con el que siempre se le compara). Ansioso
por demostrar al resto de lo que es capaz, de finalizar, de golear y por medio
se olvida del grupo, del conjunto, de trabajar para el equipo y por el equipo.
Disfrutó de varias ocasiones las cuales en su mayoría desaprovechó por elegir
la peor opción de las disponibles en la que todas tenían un denominador común:
él mismo. Si, como se hace ver en
determinados medios, es una opción clara de cesión si la UD Las Palmas asciende,
tendrá que corregir ese divismo del que hace gala.
La mejor ocasión del delantero madridista fue
desarmada por Raúl Lizoain. El arquero suplente demuestra en cada comparencia
bajo los palos del arco amarillo, que está preparado para asumir el peso de
ocupar dicha portería. No es nada fácil realizar los buenos encuentros que R.
Lizoain realiza tras largos periodos de inactividad y siempre bajo la larga
sombra de un arquero con el nombre, experiencia y trayectoria de Mariano
Barbosa. Más allá de borrar la muesca que Jesé si duda ya marcaba en su bota
cuando corría hacia su portería, aportó gran seguridad a la defensa amarilla,
realizó paradas de mérito y mantuvo la tensión necesaria para afrontar el
partido. En las gradas del recinto de Siete Palmas, y nada más finalizar el
encuentro, ya se mascaba el debate que está ahora en la calle: “¿Titular? ¿Y por qué no?”
El partido fue un intercambio de golpes, en el
que si dieran la victoria por puntos como en el Boxeo, quizás se la hubiese
llevado el Castilla con tiros a la madera y la ya citada ocasión de Jesé ante
Lizoain. Pero como el Boxeo es otro deporte y esto es fútbol (como diría Vujadin
Boskov) fueron los amarillos quienes en un ejercicio claro de consistencia,
eficacia y pegada sentenciaron el partido con dos goles. El 1º una buena jugada
colectiva finalizada por Thievy, y el 2º una auténtica obra de arte. Y es que
la UD Las Palmas, incluso en los días que muestra su versión más jornalera,
exuda fútbol de alta escuela inherente a esta camiseta, innata a sus
canteranos, en un interminable feed-back para puro regocijo del aficionado
amarillo. La jugada elaborada entre Vitolo y Nauzet Alemán ya está tatuada a
fuego en la memoria del aficionado.
Minuto 86, arranque de fuerza y casta de
Vitolo que se lanza a una carrera vertiginosa al área merengue, arriba a las
orillas del Edén donde cede a Nauzet Alemán que con un gesto técnico sublime
eleva el esférico con maestría, suficiencia y claridad en el tramo final de un intenso
partido para que éste bese las redes en una caída infinita, a cámara lenta, que
bien vale pagar una entrada. Sube el dos – cero al marcador y el júbilo, regocijo,
felicidad y la alegría se desborda en las gradas anegando el césped. El Abrazo
de los jugadores, simbólico como poco, no fue sólo entre ellos, sino con todo
el graderío, que eufórico disfrutaba de una alegría de la cual le habían
despojado pero que por historia le pertenece.
Luis Aragonés siempre ha afirmado que el
momento de la temporada donde realmente se decide todo en un campeonato son las
últimas 10 jornadas del mismo. Hasta entonces, el mínimo a exigir a cualquier
equipo es llegar a esas 10 jornadas bien posicionado para lograr el objetivo
marcado.
Pues bien, la UD Las Palmas con 12 partidos
por delante para acabar el maratón que resulta año tras año esta temporada, se
encuentra ubicada donde se le exigía estar. Y lo que es mejor para ella,
superado ya el tramo más duro del calendario, se enfrentará a los rivales, a priori, más asequibles. Plena
de moral, llena de confianza y totalmente respaldada por su afición, la
plantilla de Sergio Lobera tiene una oportunidad única para escribir una de las
páginas de oro de la historia de la entidad, en la que ellos serán máximos
protagonistas, devolviendo al lugar que nunca debió abandonar la entidad de Pío XII.
No es la 1ª vez que la UD Las Palmas se
encuentra en una ocasión similar, pero quizás sí sea la que más ha costado
llegar a ella. Han sido casi una década penando en la ignomia futbolística,
alejados incluso de la sombra del éxito, no sólo de éste, resignados a
disfrutar con pequeñas victorias estériles en una guerra cruenta para el sentimiento
de pertenencia al club. Travesía en el desierto que ha ido esquilmado atrozmente
al caladero de aficionados, menguando en las gradas el número de fieles. Pero
todo eso ya es recuerdo, negro, sí, pero recuerdo.
Toca disfrutar del momento, somos conscientes
que se ha derribo el mayor de los muros, nos hemos liberados de complejos y
miedos, ese quizás sea el mayor mérito. Ahora toca refrendarlo con el trabajo
sobre el campo, toca sigue peleando, porque en el plano deportivo aún no se
ha logrado nada. Entre todos el sueño es posible, no les quepa duda.