26 de marzo de 2014

Polvo de millo. De millo amarillo.

Hinchas UD Las Palmas rumbo a Tenerife, años 50, s.XX
  • Siempre me he educado escuchando que no sabemos valorar ni de donde somos ni lo que somos. Donde realmente empiezas a hacerlo, tanto lo bueno y lo malo, los orígenes, la familia, las costumbres..., es precisamente de donde no eres. Tengo la suerte de haber viajado por casi toda España siguiendo a Las Palmas a todos los campos que he podido y donde más me he sentido orgulloso de ser de la Unión Deportiva y de ser canario ha sido en esos momentos. Pero el haber salido de la isla ya no de viaje, sino a vivir y trabajar fuera, me ha enseñando muchísimo. Supongo que como a todo el mundo y en particular a nosotros, que somos tan aferrados a nuestra casa y tan ombliguistas con nuestras manías.
  • Esta reflexión se me venía a la mente mientras volvía en metro al piso donde estoy viviendo. Acabo de llegar de una asociación que visito con frecuencia en el centro de Barcelona. Digamos, para no andarnos con líos, que es un bar. Debido al tipo de "birra" que se consume en ese bar, las conversaciones suelen ser fluidas y distendidas, por ello conozco a los camareros y a la clientela que suele frecuentar el local. Ya es mi última semana aquí, y no podía despedirme de ellos sin obsequiarles gratamente dejando nuestro pabellón bien alto, después de tantas charlas que tuve con esta gente sobre nuestras islas y nuestra cultura.
    Algo tan simple, como regalarles un paquete de gofio, supuso todo un acontecimiento para los currantes y la clientela del local. Les explique lo poco que sabía sobre el gofio, que tenía bastante valor para nosotros y que es algo con lo que hemos convivido desde que nacimos. Les dije, incluso, para dármelas de interesante, que era una palabra tamazight, de la época aborigen, por lo que los temas fueron derivando en decenas de conversaciones sobre Canarias.
    Más acontecimiento supuso para mi, que el camarero se preparase un vaso de leche con gofio y se lo mandara de un par de tragos. Se quedó flipando. Llegaba un momento que no sabía si me estaban viendo como algo exótico o algo extraño. Lo mejor, es que se prepara un segundo vaso y empieza a darle a probar todos los que andaban por el local, quedando estos e igual de agusto con el sabor y preguntando donde podían conseguir. Nunca pensé que fuese a tener tanto éxito un kilo de gofio.
    "Muyayo, deberías abrirte una tienda de productos gourmet de Canarias..." y alguna otra broma tuve que aguantar, pero me sentí bien en ese momento, lo reconozco.
    Creo que es necesario compartir estas anécdotas y vivencias fuera de las islas, porque al fin y al cabo ni los mandos políticos, ni los departamentos de marketing, ni las fotos en las agencias de viaje, van a exportar mejor nuestras islas que nosotros mismos: una sociedad en la que abunda riqueza histórica, en la que abunda originalidad, carnaval y acento.
    Y creo que es necesario, hablando ya de fútbol, percatarnos de la riqueza histórica de nuestro club. Si nuestras islas tienen un gran reconocimiento identitario - al menos gente como un servidor se lo intentamos dar-, cómo no va a tenerlo Las Palmas, un equipo que te sale a jugar al campo con 10 jugadores del fútbol base, de la cantera. Y un portero argentino para no perder la conexión infranqueable de Canarias con Sudamérica, como la herencia que dejamos a los Jíbaros. De verdad, debemos sentirnos orgullosos y defender lo nuestro.
    En fin, solamente quería explayarme un poco y tirar de nostalgia, en un momento en que la ilusión y el nerviosismo se apodera de todos los yonkis enganchados a la enfermedad amarilla, al opio del pueblo. A todos se nos estará haciendo eterna esta semana. Por lo morboso del domingo, por ser 'otro clásico' de fútbol español, por lo que nos jugamos, por como se viene dando los últimos partidos. Y sobre todo por lo que se viene encima de la afición y de la entidad de Pío XII: final de liga, derbi en mes y poco, ascenso directo o playoff. La reforma del estadio, el ascenso de categoría y el necesario ascenso de las arcas económicas del club. El ahora o nunca. El todo o nada después de la 2002-2003.

    No desesperemos. Vamos el domingo al estadio a dejarnos la voz y el alma. Vamos a valorar lo nuestro, así como los foráneos valoran nuestra riqueza cultural y nuestro fútbol, debemos respetarlo también nosotros y empezar a admirarlo más de lo que lo hacemos.
    Somos Las Palmas, una club con más identidad que el gofio, una afición más amarilla que el millo.
    ¡Arriba D'ellos!




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