El fútbol tiene miles de insondables, y uno de tantos es
aquel que reza que en los clásicos y en los derbis todas las desigualdades
desaparecen, todas las distancias se achican.
Llegaba la UD Las Palmas al Heliorodo Rguez López como
flagrante líder de la 2ª división ante un CD Tenerife que limitaba la zona de
descenso.
A pesar de la enconada rivalidad regional, cargada de ingredientes
políticos, sociales, económicos e históricos que incluso pesan mucho más que
los meramentes deportivos, el estadio blanquiazul mostraba una pobre entrada
que ni siquiera llegaba a los ¾ de la grada ocupada.
La distancia futbolística que se presuponía diferenciaba a
uno de otro conjunto no existió, el encuentro se igualó por abajo y
especialmente en el plano físico, como ya había anunciado Álvaro Cervera que
intentaría en la previa. El empuje y el ánimo local fue poco a poco
arrinconando a una desconocida UD tanto en la vestimenta como el pobre nivel
del juego. El conjunto de Herrera
mostraba ya desde los minutos iniciales una preocupante descompensación
defensiva no forzada por el Tenerife. Además, la zona medular, con Roque como titular por Vicente Gómez,
no terminaba de cuajar su fútbol y no presionaba de forma intensa como nos había acostumbrado hasta ahora.
Aún desprovista de las señas de identidad que la había
aupado al liderato, la UD logró adelantarse gracias a su tridente ofensivo en
una jugada iniciada en la presión que ejerció Araujo (de las pocas veces en el
encuentro) que centró al área y terminó de empalar Momo por la escuadra de
Roberto en un remate inalcanzable. Era el minuto 14 y el resto del encuentro se
mostraba en apariencia como una fértil pradera para los intereses amarillos,
pero no fue así.
El Tenerife no tuvo en cuenta el gol del jugador de Las Torres, y
siguió con su hoja de ruta, presión y juego físico. Aprovechándose del bajo
nivel mostrado por los laterales amarillos, tanto Suso como Guarrotxena
encaraban y lograban llegar a línea de fondo donde centraban con peligro, en alguna
de ellas Lizoaín (irregular hoy) se tuvo que esforzar al máximo. En uno de los
intentos blanquiazules, la UD cedió un córner que acabaría siendo rematado por
Araujo en propia puerta en su estéril intento de despejar el balón.
El gol ciertamente hizo justicia a los méritos de un
Tenerife escaso de calidad pero sobrado en actitud y ganas, justo lo contrario
de una UD que en muchos momentos se mostraba desconocida por falta de actitud e
intensidad. Con el empate a uno en
el marcador el Tenerife encontró su colchón de confianza y la UD seguía
intentando mejorar sus prestaciones pero no lo lograba, en pocas ocasiones
inquietó a la defensa local. La principal baza ofensiva amarilla, el pichichi Sergio
Araujo, se encontraba muy desasistido y la defensa escalonada que planteó
Cervera impedía que el argentino pudiera mostrar todo su fútbol con marcajes
muy pegados y duros en ocasiones.
Se llegaba al descanso boqueando por momentos y con los
fallos muy remarcados: Falta de intensidad en todas las líneas, ausente tensión
defensiva, poca fluidez en la zona medular y una delantera desasistida.
Seguramente Herrera detectó los errores a corregir en la
caseta, y dio las indicaciones necesarias para hacerlo, pero el tempranero gol
de Cristo Martín nada más salir de la caseta en la 2ª parte, hizo saltar por
los aires el planteamiento del catalán. Tras el gol el Tenerife se enrocó aún
más en su hoja de ruta carente de fútbol de quilates pero sobrada en actitud y
ganas, por el contrario la UD se empeñaba en mostrar su carencias futbolísticas
y de actitud .
Bajo un estado de shock generalizado, los tres cambios
realizados antes de consumir el primer cuarto de hora de la 2ª parte (entraron
Cristian, Guzmán y Vicente por Simón, Momo y Roque respectivamente) no
aportaron lo que seguramente buscaba Herrera: apuntalar la defensa, ganar en
profundidad y verticalidad en el juego imprimiendo mayor velocidad.
A los de Cervera les fue suficiente con mantener la
intensidad en defensa y una ligera presión que iba generando errores en la salida
del balón de la UD para seguir disfrutando de ocasiones a la contra, aunque ya
no se volvería a mover el marcador en todo el partido.
Primera derrota de la UD Las Palmas en el escenario y el
rival menos indicado para ello. Un derrota que debe generar un debate interno, la UD se vio superada por la exigencia del enfrentamiento con el rival
regional cuando por argumentos futbolísticos no hay lugar para el debate. Pero como indicaba Paco Herrera en la rueda de prensa tras el partido: "con la sonrisa del que sabe no se ganan partidos". Por tanto, no
supo mostrar el equipo amarillo sobre el terreno de juego su evidente superioridad futbolística y tampoco el carácter, la tensión y la actitud indicada para estos partidos.
A pesar de ello, no hay que hacer saltar las alarmas, la UD ha demostrado en 5ª
jornadas su nivel competitivo, hay
que analizar esta justa derrota como un accidente que debe generar una reflexión
y un debate interno en la caseta. Identificar los errores y poner empeño en corregirlos.
Quizás esta derrota se cobre alguna víctima en la caseta en
el viaje de vuelta a Gran Canaria, hay jugadores que han quedado injustamente
señalados por un mal partido del todo el equipo. Toca recuperar el ánimo y la
confianza, afrontar el próximo encuentro ante el Sporting de Gijón con la
actitud adecuada.