24 de septiembre de 2014

LA FORTALEZA DE HERRERA




Tras dos años de #loberismo,  con su abrupto final que dio lugar al breve paréntesis del tándem Josico-Guerrero, la UD desanduvo pasos para buscar un nuevo camino que le llevara a la cima de los éxitos.


La apuesta por un joven entrenador con ideas futbolísticas cautivadoras, de presencia pulcra y de verbo florido, acabó siendo una etapa de muchos claroscuros, irregular en lo futbolístico y con un final decepcionante. La UD de Lobera era un equipo con pólvora arriba (aunque ineficiente) y muy frágil en su zaga a pesar de contar con algunos de los mejores efectivos de la categoría (Barbosa, Deivid o Murillo, por ejemplo).

Para la presente temporada se dio un giro en la dirección de un proyecto que sigue teniendo el mismo esqueleto  (cantera) reforzado puntualmente (fichajes que aporten el salto de calidad) con la austera economía de siempre (coste cero). 

Así llegó Paco Herrera, hombre curtido en mil batallas, a las lindes del mundo amarillo. Ni su presencia, ni su voz rota ni tampoco su discurso se asemejan a Lobera. Toda una revelación para los más profanos. Su mensaje claro y directo en el acto de su presentación como entrenador amarillo mostraba sin medias tintas su decálogo fútbolístico. Crecer desde la fortaleza defensiva y la seriedad táctica, sin renunciar al buen juego iban a ser las principales premisas. 

Presentación de Paco Herrera. ©UDLasPalmas.es
Ya en sus primeros minutos como máximo responsable de la parcela deportiva del primer equipo mostraba sin tapujos los errores que se lastraban en las dos últimas temporadas: fragilidad defensiva (gran cantidad de goles encajados) y exceso de elaboración (estéril posesión del balón). El catalán abogaba por la verticalidad y la velocidad como principales argumentos para desarbolar las defensas rivales. 

En ningún momento renegaba del buen juego, lo que entiende como saber atacar y defender siendo prácticos en todo momento. Un discurso lejano, casi en las antípodas, de Sergio Lobera el día de su presentación, donde abogaba por la circulación de la pelota con velocidad con vocación ofensiva y consistencia defensiva.  Ninguna de esas tres premisas se cumplió durante el periplo del aragonés como amarillo.

Y los números respaldan al discurso de Herrera, la UD ha mejorado en todos los aspectos posibles: puntaje, goles a favor y goles en contra. 

Datos de la 5 primeras jornadas en la etapa de Lobera y Herrara. ©GradaCurva.com

La diferencia es abrumadora a favor del actual técnico amarillo con respecto a Sergio Lobera. Los números son concordantes con las aspiraciones del equipo, aunque el discurso sea el partido a partido, que no es sino otra forma de plantearse el mismo camino con idéntico destino. 

Con el 87% de los puntos (13 de 15) en disputa la UD lidera la tabla clasificatoria tras haber sólo concedido un empate que, visto ahora en retrospectiva, deja aún peor sabor de boca dado el penoso rendimiento del Mallorca. El obús de Martí al arco defendido por un excelente Lizoaín ha impedido el pleno de victorias para el conjunto en amarillo. Las Palmas se posiciona a una distancia sideral de la 18ª y º15ª posición que ocupaba el conjunto de Sergio Lobera en sus dos temporadas, con un penoso puntaje de 4 puntos y seis puntos. 

Con el aragonés como técnico, la vocación ofensiva que debería asegurar el protagonismo de los encuentros y la consecución de las victorias, tan sólo había obtenido a estas alturas el 27% y 40% de los puntos en disputa, con un saldo goleador a favor paupérrimo de 4 tantos (0,8 g/p) en ambas temporadas. Más penosa era la cifra de goles encajados en su primera temporada con un saldo de 12 tantos en 5 encuentros (2,4 g/p) que supo mejorar en la siguiente a tan sólo 4 (0,8 g/p).  

Intensidad defensiva, seriedad táctica, apoyo y generosidad en el esfuerzo. Señas de identidad de Herrera.
Foto: ©LaVozdeGalicia.com
Con un inequívoco sabor canario, el conjunto de Herrera se ha hecho fuerte desde los cimientos de todo equipo que es la parcela defensiva. La salida de un referente como Barbosa se relevó con total naturalidad por un canterano como Raúl Lizoaín que llevaba tres temporadas opositando con excelencia a un puesto crítico como el del portero. Las sucesivas marchas de baluartes defensivos como Murillo o Deivid se han ido supliendo con gente de la casa como Aythami y David García que, como así apuntó Víctor Afonso en la entrevista que realizamos recientemente, están rayando a un nivel altísimo esta temporada a diferencia de la pasada donde eran blanco de las críticas. La reconversión de Ángel al lateral zurdo (forzado por las bajas de jugadores naturales de ese flanco) posibilitó la tan ansiada oportunidad que demandaba David Simón. Ocasión que no ha desaprovechado el canterano para apoderarse del lateral diestro aportando frescura, intensidad y desahogo en tareas ofensivas. Así a falta de la recuperación de Dani Castellano, dos de los fichajes llamados a ser titulares, Marcelo Silva y Cristian Fdez, esperan su oportunidad en el banco de suplentes.

El compromiso defensivo de Herrera no es sólo deber de la zaga, el trivote de la medular, auténtica sala de máquinas de este conjunto, destruye y elabora a partes iguales. Protagonistas son el despliegue físico y táctico de Javi Castellano y el recuperado Hernán que, con los matices particulares que aportan las variantes que pueden dar Vicente (verticalidad, pegada), Valerón (último pase) o Roque (asociación) como tercer hombre, terminan de aportar la consistencia de un entramado táctico donde no se negocia el compromiso colectivo. Sumados a la presión  constante de la línea atacante sobre la salida de pelota del rival no sólo hay un cambio táctico, sino de actitud real que se constante con el simple visionado de los partidos. 

Herrera un entrenador catalogado como "defensivo", plantea tácticamente un 4-3-3 cuando Lobera, un visionario del fútbol con ADN culé, renegó de su 4-3-3 inicial para buscar en el más defensivo 4-2-3-1 el equilibrio que no supo encontrar en su propuesta inicial. La diferencia quizás no sea únicamente la disposición de los jugadores sino también la actitud y el compromiso, el trabajo entre semana: como se entrena se juega. 

Herrera en ningún momento ha sido un visionario, detectó las mismas flagrantes carencias tácticas y de actitud que cualquier aficionado, las mismas que Sergio Lobera demostró ser incapaz de solucionar. Las estadísticas respaldan a Herrera que sin haber ganando aún nada, ya está asentando los cimientos para lograr los objetivos, cumpliendo así con la máxima de John Gregory: "La delantera gana partidos, la defensa gana campeonatos". 





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