Por Nauzet Robaina
Sucede todo tan rápido en el mundo del fútbol que parece ya muy lejano aquel tiempo en el que la Unión Deportiva era visto desde fuera como un club el montón, un simpático anciano que vivía de sus recuerdos y competía en un ecosistema que no le pertenecía. No hace tanto que Las Palmas estaba en el infierno o que iba encaminado a regresar a él en el año de su regreso. No hace mucho tiempo los elegidos estandartes del proyecto eran Aranda y Apoño, no hace demasiado desde que Tato era el fichaje estrella del mercado invernal. En realidad, ha pasado muy poco tiempo desde la primera vez que Quique Setién se sentó en el banquillo grancanario pero todo, absolutamente todo, cambió con su llegada. Un año y cuatro meses han sido suficientes para que Quique Setién haya convertido a la Unión Deportiva Las Palmas en uno de los focos más llamativos del fútbol español. Hoy en día no hay un sólo analista a nivel nacional que no conozca las virtudes técnicas de Tana, la conversión a mediocentro de Roque Mesa, la profundidad de Dani Castellano, el potencial de Lemos, la sobriedad de Bigas, la llegada desde atrás de Vicente Gómez o la clase de Jonathan Viera. Ver jugar a Las Palmas se ha convertido en una actividad de culto, un lujo para el espectador. Un partido de los amarillos es ahora un producto que todos los consumidores están dispuestos a comprar porque no hay en el mercado un elemento que se le asemeje.
Las Palmas ya no mendiga con las sobras de otros para fichar jugadores, ahora son ellos quienes quieren vestir la camiseta amarilla y quienes renuncian a privilegios para volver a divertirse jugando al fútbol. Jugar al fútbol en un estilo que potencia el talento, en lo que es un escaparate ideal para relanzar una carrera, con una gran masa social más identificada que nunca con su equipo y en un lugar idílico para vivir. Ya lo decía Valdano recientemente, “ningún club en las grandes ligas europeas puede ofrecer ahora mismo lo que ofrece Las Palmas”. Y en esa afirmación en la que ahora todos estarían dispuestos a firmar debajo, Setién tiene gran parte de culpa. El cántabro ha vuelto a dotar a la Unión Deportiva una marca propia, un estilo reconocible que casa con la idiosincrasia histórica de las entidad. Además ha impuesto disciplina interna, ha gestionado con maestría todas las crisis y ha revalorizado su propio cartel como entrenador de élite. Por todo eso, la prioridad debe ser su renovación aceptando lo que pide, siempre dentro de los parámetros económicos del club, por supuesto, pero sin valorar ninguna otra alternativa. Asegurar la continuidad de Setién es asegurar la continuidad de un modelo ideal bajo el mando de su arquitecto original. No se trata de hipotecar el futuro del club al juicio de un único hombre, sino de dar alargue a la fórmula del éxito cediendo el timón de la nave al mejor capitán posible.
Nauzet Robaina, periodista grancanario de la nueva hornada con trayectoria en los medios deportivos digitales Vavel y UDLasPalmas.net, ha colaborado puntualmente con gradacurva.com en anteriores ocasiones. Actualmente escribe para Zona Amarilla, el diario que conjuntamente editan Radio Marca y UD Las Palmas para los días de partido.