Tras el descalabro matutino
acontecido el pasado domingo en el Estadio de Gran Canaria, la Unión Deportiva
se ve obligada a reinventarse a pasos agigantados. Todos los síntomas que llevaba
mostrando el equipo de Herrera en los dos últimos meses, se vieron de golpe
radiografiados contra el equipo sevillano en apenas 20 minutos. Al no haberse
visto aupado hasta ahora de la primera plaza, y haber intercalado el bache con
algunas victorias engañosas como contra Racing y Mallorca, e incluso con
grandes momentos de juego como la primera parte de Lugo, los cambios y
correcciones han sido hasta ahora muy paulatinos y conservadores, seguramente
en aras de no empeorar las cosas que todavía estaban funcionando. Esta reformulación
que Herrera lleva semanas gestando, quizá no se ha hecho hasta ahora, porque creerá que esas
variables que ha reconocido tener en mente, no le dan todavía el equilibrio que
tanto le obsesiona.
El once amarillo, empanadas
temporales aparte, ha demostrado ser muy sólido en defensa, cosa totalmente
lógica con dos mediocentros defensivos de la talla de Javi y Hernán, y un
tercero (ya sea Culio o Vicente) que aporta mucho trabajo. El fallo, es que esto
se ha realizado en detrimento de la
circulación de balón. Falta un nexo de unión, valga la redundancia, entre medio campo y delantera. Lo
cierto es que en la plantilla sólo hay un mediocentro organizador, un manija de
toda la vida, y ese es Roque Mesa, puesto
que a Vicente lo considero un box to box
a la inglesa y Culio es más de aguantar que de crear. Asimismo, aunque en
determinados momentos podría ser beneficioso colocar ahí a Valerón o a Viera,
su campo de actuación es un poco más arriba. De esta forma, al no haber circulación por el
centro, es necesario ya sea cambiando el 4-3-3 o manteniéndolo, encontrar un hombre que
pueda meter balones interiores y saber cuando el juego debe pasar de un costado
a otro. Por eso, cada vez parece más increíble
los pocos minutos disputados por el teldense en los últimos partidos. Sin embargo,
ahora es el momento de ser positivos, puesto que después de mejorar el juego
sin más, esto es lo segundo mejor que nos podía pasar, porque la situación a la
que habíamos llegado antes del domingo era muy engañosa. Si no había un palo
grande, se iban a dejar de cambiar cosas o se iban a hacer mucho más tarde que
con una derrota tan contundente, en la
que el equipo demostró que se le ha pegado la bipolaridad que padece buena parte de su afición.
Por otro lado, está el tema
Araújo. No son pocos los que opinan que lo que necesita el Chino es recibir más
balones de cara y retrasar su posición, para así de segunda línea poder realzar
sus mejores virtudes: control y tiro de media distancia. Herrera ya lo intentó colocándole
en ocasiones más escorado a la izquierda, pero lo de Momo de falso nueve no
siempre funciona. El argentino necesita a un jugador más físico e incisivo que
retrase y fije a los centrales, otorgándole más libertad. Esto pasa por concederle la titularidad a Ortuño, tampoco estaría de más empezar a convocar a Asdrúbal. Por otra parte, la intermitencia de Momo y Nau, hacen
aconsejable una menor coincidencia en el campo. Cuando concurre que se apaga
uno y se enciende el otro, la Unión
Deportiva juega con nueve, y esto pasa en exceso últimamente, más teniendo en
cuenta que son jugadores liberados de tareas defensivas. En cualquier caso, lo bueno de esta dolorosa derrota es que les
otorgará la valentía suficiente para hacer los cambios que hace semanas
deberían haberse hecho. En Los Pajaritos la Unión Deportiva tendrá que renovarse o morir. Entre las novedades, estará casi con total seguridad Marcelo Silva, supliendo al sancionado Aythami Artiles.
Foto portada: Carlos Díaz Recio ©udlaspalmas.es