21 de octubre de 2014

ROQUE MESA, EL DIRECTOR SIN BATUTA.



Lo imprevisible del fútbol está más que demostrado, lo que ahora está arriba puede precipitarse en cualquier momento y viceversa. Los llamados a ser héroes pueden convertirse en villanos, los que alguna vez fueron odiados acabar siendo amados, la fecha señalada para soñar torna en pesadilla, y de esto último sabemos los que latimos en amarillo un poco, sólo un poco.

Hace ahora un mes, Roque Mesa era uno de los hombres destacados del arrollador comienzo de temporada de la UD Las Palmas. El conjunto amarillo se aupaba al liderazgo con el brío de los goles de Araujo. Pero aquella dinámica se gestaba en la medular donde, con acentuado sabor canario, se marcaba el ritmo, la pausa, se decidía cuando y donde generar el fútbol en clave amarilla. Y entre los nombres del trivote "herrerista", más allá de los intocables Castellano y Hernán, destacaba el de Roque Mesa para ese tercer elemento.

Parecía que por fin, tras años opositando a la oportunidad y continuidad que todo canterano anhela, estaba logrando materializar su sueño. Recogía los frutos a su esfuerzo con el reconocimiento de la grada y de los medios. Por aquellas fechas declaraba en una entrevista a La Provincia que, en la actual etapa, se daban más condicionantes favorables para él, y que la cesión a otro equipo le ayudó a madurar en lo deportivo y lo personal.

Los partidos donde la UD ha rayado a mejor nivel esta temporada, siempre contaba con Roque Mesa sobre el césped, como titular o como suplente, para incidir con importancia en el desarrollo del encuentro. En las dos primeras jornadas salió desde la banca disputando un total de 31 minutos. Ya en la 3ª jornada se ganó la titularidad por dos jornadas consecutivas  (dos victorias) para volver a ser suplente en la 5ª jornada en la clara victoria ante el Alcorcón donde disfrutaría de 36 minutos en la 2ª parte del encuentro. Por medio, el partido de Copa ante el Mallorca donde fue una vez más titular y disputó todos los minutos.

Roque Mesa frente a David Glez en el partido contra el Alcorcón. Foto: ©LaProvincia.es
La situación cambiaría tras el derbi donde jugó (siendo titular) por última vez en Liga. Aquella derrota trajo consigo cambios que han transformado al equipo, siendo éste más áspero  y eficiente pero perdiendo la frescura y en parte la verticalidad que la caracterizó al comienzo. Roque fue el primer damnificado de la llegada en paralelo del tránsfer de Culio, pasó de la titularidad a no estar convocado dos jornadas consecutivas (empates ante Sporting y Betis). El conjunto amarillo notó una desaceleración en la parcela ancha con la irrupción de Culio, aún falto de ritmo,  lo que le volvió más previsible de cara a sus contrincantes. Sendos empates ante equipos en inferioridad numérica y con pobre bagaje ofensivo, creó la sensación que la UD podría haber obtenido algo más que un punto de contar con, además de algo de suerte y acierto arbitral, mayor capacidad de generar fútbol y pase en la medular. Y en esa parcela el nombre de Roque Mesa destacaba sobre el resto.

El ostracismo dio paso a una reválida en la Copa ante el Numancia, titularidad con sabor a prueba, titularidad con marchamo de reivindicación. El teldense no cuajó un buen encuentro, quizás bajo la presión de sentirse examinado, falló en el pase, en la conducción, en el criterio para buscar la mejor opción y asumió riesgos en zonas que no se permiten. Los gestos de Herrera en la banda en el partido copero ante el Numancia no dejaban lugar a dudas, no estaba satisfecho con su rendimiento y acabó siendo sustituido por Hernán. Tres días después, ante el mismo rival y por la Liga, su nombre quedaba una vez más fuera de la lista.

Puede  haber germinado en el menudo jugador la semilla de la duda y la frustración por verse relegado a un rol residual. No debe desesperar, tiene que seguir mostrando sus aptitudes con la mejor actitud en el examen diario de Barranco Seco. Pocos jugadores comparten sus virtudes, pocos equipos cuentan con un metrónomo en sus plantillas y Paco Herrera, un hombre inteligente y experimentado, no va a desaprovechar uno forjado en las entrañas del club amarillo.

"Hay que luchar, nadie llega a la perfección por mera renuncia."
Mahabharata (milenario libro de épica hindú)






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