3 de agosto de 2013

Desde la Curva (#31): Ilusión a coste cero.

En los últimos días me he sentido apabullado por las cifras que se manejan con el fichaje de Bale por el Real Madrid, con las comisiones del fichaje de Neymar por el Barça y los 30 millones que se han desembolsado por buenos delanteros como son Negredo o Soldado. ¿Pero realmente valen eso? 

Florentino Pérez, y su entorno, se muestran siempre quejosos que al Real Madrid un jugador les cueste, de entrada, un 30% más que al resto de equipos. ¿Pero acaso qué espera? Si tiene por costumbre demostrar una solvencia económica de la que casi alardea mucho más que de la inmensa sala de trofeos del club de Concha Espina. ¿Cuesta Bale mucho más que Cristiano Ronaldo?  Un excelente jugador que ha demostrado una magnífica e inesperada evolución de lateral zurdo a extremo goleador que además asiste. Su carrera se ha desarrollado al máximo nivel en el Reino Unido y bajo el paraguas del club de White Hart Lane que lo acogió siendo adolescente. De sobra es sabido que al fútbolista británico le cuesta la adaptación al fútbol de otras latitudes, situación en parte producida por la propia Premier Legue. 

La competición futbolística por excelencia en las Islas es un microcosmos único, tanto para lo bueno como para lo malo, que condiciona sí o sí a sus futbolistas. Un ecosistema que ha sufrido influencias exógenas, sí, la mayoría positivas, también, pero que se mantiene fiel a su identidad, se protege de las injerencias externas que la pueden dañar,  y explota sus virtudes como casi ninguna otra competición. ¿Será capaz Gareth Bale de rendir en el Real Madrid? Eso ya es cuestión de fútbol ficción.

En nuestra realidad, en el fútbol de trincheras donde la supervivencia económica es norma, se miran esas cifras con auténtico vértigo. Los millones ingresados por la UD Las Palmas por el traspaso de Vitolo, su jugador franquicia, al Sevilla son una auténtica minucia para cualquiera de los intermediarios que se encuentren en medio de la operación Bale. Para la UD Las Palmas la incapacidad para afrontar en igualdad de condiciones económicas y deportivas la recuperación de las cesiones de Murillo y Thievy le dejan en una posición de inferioridad respecto a sus rivales.

Aunque pocas veces se hace, es de ley reconocer el mérito que Miguel Ángel Ramírez y toda la comisión deportiva de la UD Las Palmas ha logrado en esta temporada. Tras el salto cuantitativo y cualitativo de la campaña pasada han logrado mantener las mismas cotas de ambición y de ilusión a coste cero. Y esas son las líneas maestras de un proyecto deportivo que a medias forzado por la asfixiante situación económica global  y particular también,  busca de forma minuciosa la aguja en el pajar del mercado futbolístico mientras promociona los valores de su propio semillero. Y aunque se reconozca como un club vendedor, Viera y Vitolo han dejado en 2 años casi 6 millones de euros en las arcas amarillas, las aspiraciones no cambian: regresar a la élite. 

Y las cifras de renovación y nuevas altas de abonos es la que da auténtica medida de la confianza que genera el proyecto deportivo. Y aunque las últimas gotas de magia que destilan las botas de Valerón pueda atraer hasta al más reacio, es también cierto que los últimos proyectos deportivos de la UD rezuman un aroma que atrae al aficionado. Un aroma a fútbol de otras décadas, Old School (de la vieja escuela), una identificación con el club muy british por cierto, nada que ver con la mercadotecnia globalizada que convierte a los grandes clubes en multinacionales de la diversión, como si un Parque Warner o un Eurodisney se tratara. Un regreso a las raíces del fútbol, a la pertenencia a una entidad deportiva que te representa, una desconexión global, una conexión regional, un localismo para nada negativo, una identificación que cuesta creer que un ciudadano de Lima tenga con el Real Madrid o un niño de Sudafrica con el Barça. 

Aunque claro, siempre habrá quien busque razones para dudar y criticar negativamente los fichajes de internacionales como Valerón y Ángel, de un Xabi Castillo sin equipo, la renovación de un Tato, que asustado por la realidad económica del fútbol español renovó cuando no tenía intención, de una promesa búlgara desconocida como Delev y de un delantero experimentado como Máyor. Pero todos han salido a coste cero. A día de hoy cualquier equipo de la 2ª división firmaría a estos 5 jugadores para reforzar su plantilla.

Aún quedan fichajes por acometer,  un central y un mediocentro creador como poco, pero a buen seguro que Juanito, Branko y compañía tienen varios ases bajo la manga. No todos los que llegan serán Colungas o Rondones, pero tampoco Fukudas, Pereas o Pandos. Al final será la competición la que dicte sentencia para los fichajes amarillos, igual que para Bale o Neymar. 




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