La UD Las Palmas logra el ascenso tras vencer 2-0 en un partido pleno de emoción con un graderío completamente entregado y con una convicción titánica en lograr el objetivo. El equipo amarillo llevó la voz cantante y puso el fútbol, a pesar de ello, el Rel Zaragoza, timorato y excesivamente especulador, logró disfrutar de alguna acción aislada.
En un ambiente impropio de la 2ª división, con las gradas teñidas de amarillo y con casi 30.000 almas que rugían como una única voz, los jugadores de Paco Herrera saltaron al campo con el objetivo de marcar dos tantos y no encajar ninguno. Cimentaron la victoria y el ascenso llevando la iniciativa ante un rival que sin complejos les cedió el testigo con ánimo especulativo. Demasiado confiado se mostró Popovic con el 3-1 de la ida, infravalorando el potencial amarillo, tanto de su equipo como del coliseo de Siete Palmas.
Herrera introdujo novedades en el once: Casto en portería y Asdrúbal pegado a la cal derecha. EL portero fue el protagonista de la jugada absurda del encuentro cuando salió fuera del área con el balón en la mano cuando el marcador iba 1-0. Momentos de incredulidad y nervios ante una clara falta para el Zaragoza que quedó en nada. Asdrúbal, que no tuvo suerte de cara al gol, aportó verticalidad, garra y desahogo en la banda diestra. Se desfondó como un jabato realizando una gran labor de desgaste en la zaga maña.
La UD saltó al campo sabedora que 90 minutos son un mundo y que disfrutaría de ocasiones suficientes para remontar la eliminatoria. Con templanza elaboraba las jugadas en busca de las mejores opciones de pase que generan claras ocasiones de gol. Antes de anotar el primer tanto Roque Mesa resultado de una buena jugada colectiva, el equipo disfrutó de una gran ocasión a tiro de falta de Jonathan Viera. Un misil al ángulo izquierdo de la portería maña que Bono despejó en un vuelo acrobático. Era la 1ª ocasión clara, bien definida, de gol. El conjunto zaragocista se defendía de forma ordenada y tiraba de manual para alargar en lo posible acciones no de juego que consumen el cronómetro.
En el preámbulo del gol amarillo, los de Popovic se aventuraron en el área de Casto que se tuvo que esforzar en mandar a Córner una falta llena de peligro e intención de Pedro a su escuadra. A renglón seguido llegaría el remate de Dorca al larguero en el saque de córner que puso el corazón en un puño a todo aquel que vistiera de amarillo. Eran el minuto 25 y el Zaragoza en su primera llegada clara generaba dos ocasiones de gol para mantener el suspense.
Poco después llegaría el primer delirio colectivo cuando Roque Mesa finalizaba una buena acción colectiva que entre el taquito de Araujo la prolongación entre líneas de Culio para asistir al menudo jugador. Un disparo duro, seco, con todo el empeine que como el mismo jugador reconoció, no le pegó sólo él sino cada uno y todos los aficionados que estaban empujando. Se llegaría al descanso con si más claras ocasiones y con un Zaragoza nervioso ante una exigua ventaja de un gol.
Tras el descanso, no cambiaría en demasía la hoja de ruta, una Unión Deportiva que iba acumulando ocasiones en cascada en los primeros quince minutos y un Zaragoza que se defendía con todo. El tiempo se consumía con la permisividad arbitral a las artimañas del Zaragoza para gastar tiempo en situaciones sin el balón en juego. Picaresca de manual para una final. Un gol de Araujo anulado por fuera de juego (correcto), otro disparos dos disparos del argentino (despejado por Bono uno y otro rozando el palo) y un testarazo de David García a la cruceta, se convertían en el ensayo de histeria colectiva que estaba por llegar.
Seis minutos para el final, saca una falta al corazón del área un titánico Jonathan Viera, salta Ortuño a por ella, choca con Bono en una salida falsa, la pelota parece destinada a salir por la línea de fondo, pero ahí llega Aythami Artiles en una acrobática acción y en semichilena la devuelve al terreno de juego en paralelo al segundo palo donde llegaría Araujo libre de marca para darle con todo: botín, corazón y alma para clavarla arriba y hacer estallar el Gran Canaria.
El objetivo se había logrado, y tras el gol 9 minutos, que parecieron ser 9 años, 9 décadas, un tiempo donde al Zaragoza le entró prisas y la UD intentó frenar el ritmo del partido, dormirlo hasta el alirón. Tras el pitido final, el fútbol le devolvió a la UD Las Palmas, a sus jugadores y a su afición las llaves de la que siempre se ha considerado su casa con un año de retraso. Justicia para un club emblemático.
Todas las fotos son ©As.com