20 de abril de 2016

LA CARA B II EL BETIS Y EL ARBITRO PASARON POR ENCIMA DE LA UD



El control sin ocasiones no sirve de nada. La U.D. dominó de manera apabullante el primer periodo del partido mientras pudo contar con todos sus efectivos pero, para hacer honor a la verdad. dicha posesión, que llegó a ser del 70% en algunas fases del choque, no se transformó en ningún momento en ocasiones claras de gol, esfumándose dicha clarividencia cuando el equipo llegaba a zona de tres cuartos de cancha. En este aspecto se echó mucho de menos a un Jonathan Viera que es el que suele aportar ideas en esos momentos en los que el dominio ha de transformarse en acercamientos a la portería rival. Tampoco ayudó mucho en este aspecto el planteamiento de Merino, que plantó dos lineas de cuatro muy juntitas cerca del área propia para maniatar a los amarillos, a riesgo de ser objeto de silbidos por la afición local, que solicitaba mayor ambición de los suyos y se desesperaba ante las eternas posesiones del equipo rival. 

Expulsión muy rigurosa. Aunque tampoco había llegado la U.D. con claridad a los dominios de Adán hasta el minuto 41, a partir de ese momento con la más que rigurosa expulsión de Aythami el equipo, además de peligro, dejó de tener también el mando del partido. Duelen más aún estas amonestaciones cuando Molinero, con una entrada durísima de las que se conocen como de tarjeta "naranja" ni siquiera recibió la amarilla pertinente en el minuto 17. No aplicó el mismo rasero Vicandi Garrido cuando Aythami cometió las dos infracciones que le costaron la expulsión. En la primera, el central de Arguineguin si pecó de ingenuidad pero la segunda, que ni siquiera vio el árbitro, el ligero empujón que cometió sobre Rubén Castro cabe la duda siquiera sobre si debió ser señalada falta o no. Por tanto, la expulsión resulta a todas luces injusta y sorprendente en un lance de juego y en un minuto impropios de tan desproporcionado castigo. El juego de la U.D., basado en la posesión y en el aprovechamiento de los espacios, sufrió un claro retroceso desde este momento, puesto que la impronta de toque y control tuvo que dejar paso obligado a otro tipo de registros mucho más defensivos con los que los amarillos no están tan familiarizados esta temporada.

Rotaciones sin efecto percutante. Fueron muchos y variados los cambios efectuados por Setién para el encuentro disputado ayer. Ya de entrada dejó en Gran Canaria a dos de sus pilares fundamentales, Roque Mesa y Jonathan Viera, y para culminar su política de rotaciones dejó también en el banquillo a otros jugadores que se han ganado la vitola de titulares como Dani Castellano, Mauricio Lemos o Nabile El Zhar. A pesar de los cambios el equipo no perdió en ningún momento su identidad, pero lo que sí disminuyó fue su capacidad de percusión en el área rival. Nili no estuvo nada afortunado y no aprovechó la nueva oportunidad de la que dispuso para demostrar que tiene categoría de primera y Tana se encontró huérfano a la hora de encontrar socios en la elaboración en la zona de peligro. Sin embargo, Vicente y Montoro sí que se mostraron firmes en tareas de contención y mostraron una salida aseada de balón cuando el partido lo requiso, pero llegaron en muy contadas ocasiones al área rival para poner en práctica la conocida "llegada de segunda línea" que tanto daño suele hacer en las defensas rivales. 

Despliegue físico sin recompensa. Con un jugador menos las obligaciones físicas aumentaron exponencialmente. Setién preparó un nuevo entramado defensivo para la segunda parte sacando al campo a David Simón en lugar de Tana y pasando a David García al centro de la defensa. Por delante de ellos, Montoro y Vicente eran los encargados de tapar los huecos y hacer el trabajo propio del "stopper". Y el plan funcionó a la perfección hasta el minuto 81, cuando un error en el marcaje de Bigas propició que el holandés Van Wolfswinkel recogiera un certero pase de Ceballos y con un control exquisito se plantara solo ante Raúl que nada pudo hacer ante el remate del delantero bético. Pero este gol y la derrota que supuso no deben empañar el enorme trabajo realizado por los amarillos en el segundo periodo, donde a pesar de los continuos acercamientos del rival, Raúl Lizoain no tuvo que emplearse a fondo en ninguna otra ocasión que no fuera el gol local. La U.D. volvió a demostrar, tal y como ocurriera en otros campos como el Madrigal o Anoeta, que también sabe plegar armas cuando el marcador lo requiere, lo que le ha valido para recibir muchos menos goles que en los primeros partidos de la "Era Setién".





Foto de portada: Kiko Hurtado para @marca.com




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