7 de febrero de 2017

LA CARA B // FUERA DE LA ISLA NO HAY PARAÍSO


por David Díaz Cáceres.

Toda una vuelta sin ganar como foráneo es demasiado como para no empezar a plantearse que la magistral fórmula de Setién debe de adaptarse al medio cuando el conjunto abandona el archipiélago. Es cierto que ha habido días como el del Calderón o el del Sánchez Pizjuán en los que indubitablemente se hicieron méritos para alcanzar un botín mayor.


Sin embargo, ayer los andaluces incomodaron tanto a la UD que, aunque lo intentaron, fueron incapaces de concatenar pases e hilvanar jugadas para poner contra las cuerdas a un rival raudo y aguerrido. Teniendo que optar por pases largos más por necesidad que por vocación. No obstante, los amarillos fueron de menos a más y poco les faltó para empatar en diversas ocasiones, pero lo cierto es que no merecieron mucho más. La hinchada local, lejos de recriminar los defectos que hasta ahora han acuciado, llevó en volandas a los suyos desde el primer minuto e hizo recordar a un servidor el calor que puede trasmitir una afición si le proporcionas un recinto acogedor. Desde Los Carmenes un clamor, el de una hinchada que anhela que su equipo culmine la ardua tarea de mantenerse un año más en la máxima división. Lo tienen complicado, pero también lo era el curso pasado y finalmente consiguieron la gesta. Todos los años hay algún equipo que tras concluir la primera vuelta parece desahuciado y al final acaba salvándose in extremis. Si cuajan los fichajes invernales -el último nuestro querido Wakaso- puede que el Granada lo vuelva a conseguir.

Cuestión de físico y empuje. Estos fueron los dos pilares que edificaron la victoria nazarí en la gélida noche granadina. Los de Alcaraz llevaban sin ganar desde el pasado tres de diciembre, situación que había inmerso al Granada en una espiral de autodestrucción de la que ayer salieron gracias al pundonor y arrojo derrochado por sus jugadores. Por su parte, la UD volvió a salir con el freno de mano puesto, o como dijo Setién en Vitoria con una caraja de narices. Todas las que le sobraron a unos guerreros nazaríes que poco tuvieron que ver con los corderitos que visitaron hace unos meses el Gran Canaria y a los que Jémez encomendó en su día a una muerte casi segura. Ayer la película fue bien distinta, con caras nuevas como Ingason, un entrenador de reconocida vocación defensiva como Lucas Alcaraz y una rocosa zaga de cinco que daba buena fe de ello. Sin embargo, no hay que que obviar el ingente número de faltas que cometieron los locales, muchas de ellas con el beneplácito de un Del Cerro Grande que no contentó ni a unos ni a otros.


Foto: ©LFP.es

Asimismo, el apartado físico fue también determinante, los rojiblancos estuvieron más frescos y enérgicos, haciéndose con la mayoría de los balones divididos y presionando con tenacidad la salida de balón de los de Setién. Los cuales tuvieron que recurrir a los balones largos con más asiduidad de lo que acostumbran en un campo que sacar el cuero jugando desde atrás es un deporte de alto riesgo dadas sus escasas dimensiones y lo que aprieta su afición. En estas lindes la UD echó de menos la maestría de Roque y eso que Montoro no estuvo mal, pero intentó sin mucho éxito darle sentido al juego de los suyos y al igual que el resto de sus compañeros no tuvo su mejor noche.

El Bichito incordió pero no picó. Debut poco afortunado de la nueva estrella amarilla, que dispuso de dos ocasiones nítidas para erigirse como el gran héroe de la noche. En la primera falló incomprensiblemente ante Ochoa cuando tenía poco más que empujarla, puesto que el azteca había dejado al descubierto su palo. En la segunda, tardó demasiado en decidirse a tirar y erró al no optar por darle el pase de la muerte a un Boateng, que hubiera rematado a placer. Sin embargo, su debut fue prometedor, aportando profundidad en banda y desequilibrio, ofreciendo esos desmarques de ruptura que tanto han anhelado los aficionados amarillos, posibilitando pases entre líneas a los espacios, necesarios para penetrar la muralla nazarí. Cosa que hasta el momento sólo habían conseguido Viera y Boateng en ciertas ocasiones, puesto que Tana sigue sin ser el de principio de temporada y Marko Livaja estuvo bregador pero desacertado. Además, desde la cercanía que proporciona la grada de Los Carmenes se puede apreciar lo que ya se atisbaba en el Gran Canaria, y es que al croata le sobran un par de Piononos (dulce típico granadino no apto para arterias obstruidas).




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