22 de febrero de 2017

[OPINIÓN] LA RENOVACIÓN QUE NO LLEGA


La renovación de Quique Setién, el que debería ser el primer punto subrayado en rojo y remarcado en amarillo en las tareas de Miguel Ángel Ramírez, sigue sin anunciarse. La situación, dilatada en el tiempo en exceso, ha cambiado en el último mes.

El tiempo, ese concepto metafísico con el que los humanos organizamos nuestra propia historia y vivencias personales, pasa lento aunque inexorable. Hace justo hoy un mes que publicaba ¿A qué esperas Ramírez?, una columna donde me preguntaba los motivos que hacían que por entonces, al igual que ahora, la renovación de Setién no se acometía. Unos días después, en directo en un programa de radio  de alcance nacional, ambos se convocaron para una reunión a puerta cerrada de la que no saldrían sino se firmaba susodicha renovación.

Tengo la sospecha que dicha habitación y dicho encuentro se tuvo que dar en un plano de la realidad distinto, en una dimensión paralela más amable para el técnico y el aficionado, pues en ésta, en que la estamos, aún no se tienen noticias tras 21 días pasados de la supuesta reunión. El pasado domingo, en la rueda de prensa previa al partido de Málaga, el técnico respondía al respecto que no había novedad sobre su renovación y que seguía esperando. ¿Cuánto se puede esperar? ¿Cuánto se puede dilatar en el tiempo una decisión capital para un proyecto?.

Durante este tiempo se ha transformado el escenario. Hace un mes el club parecía partir en una posición de debilidad ante la figura del míster, reconocido su estilo de juego, alabado por prensa y afición, con un equipo que parecía poder optar a algo más que una salvación tranquila y con la posible llegada de unos refuerzos  que darían un salto de calidad incontestable.

A día de hoy las tornas han cambiado. Tras tres derrotas consecutivas donde el equipo ha encajado 4 goles y sólo ha anotado uno, pero que, sobretodo, ha dejado malas sensaciones de un equipo al que en algunos momentos se le han visto las costuras y carencias en las dos áreas ha abonado el campo para la duda y la sospecha de muchos campa a sus anchas. Ahora algunos lo cuestionan todo: desde el estilo a  los fichajes recién llegados, desde la capacidad del míster para conducir la nave a la calidad de la plantilla. Y los más osados apuntan ya a otros caminos con otros protagonistas.

Donde antes todo era luz, ahora aparece la oscuridad.En tan poco tiempo se ha pasado de recoger elogios por todos a ser denostado por muchos. Así de ciclotímico es el fútbol, una dimensión paralela donde el pasado no importa y el futuro se desprecia, sólo vale el presente y ahora. Es por esto que una persona mesurada y reflexiva como Setién se vuelve tan necesaria.

Estamos en fechas donde en las secretarías técnicas comienzan a dibujar los primeros esbozos del proyecto del siguiente curso. Un boceto donde el técnico tiene y debe de tener una voz y un voto importante en las decisiones a tomar. Y en Las Palmas todo sigue en un compás de espera que desespera. Que Miguel Ángel Ramírez renovara no por un año sino por tres, como pide el técnico, sería la mejor manera de calmar el inicio de una tormenta desmedida e injustificada que se intuye en el horizonte si los resultados siguen siendo esquivos.

Ya lo dijo el dramaturgo alemán Ephraim Lessing: “Ambos se dañan a sí mismos: el que promete mucho y el que espera demasiado.”




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