27 de septiembre de 2016

OPINIÓN //  YA NO TE ESPERO



Por Eduardo Robaina.

Sergio Araujo fue ese jugador que nos robó a todos el corazón gracias a sus 25 tantos el año del ascenso, con el decisivo gol en la ante el Zaragoza incluido. Y digo fue porque de aquel bonito recuerdo no quedan más que algunos de los momentos que nos regaló y que nuestra mente recuerda añorando esperando que vuelva a ser lo que un día fue: un hombre comprometido que marcaba las diferencias cada encuentro, echándose el equipo a las espaldas cuando más lo necesitaba.


El enésimo acto que ilustra su falta de madurez tuvo lugar el lunes 26 de septiembre. Según adelantó Efe, el futbolista argentino fue denunciado por la Guardia Civil por negarse a un control de alcoholemia tras mostrar, según afirman agentes del cuerpo al medio citado, síntomas de encontrarse bajo los efectos del alcohol y con actitud desafiante hacia ellos.


Todo queda a expensas de que se celebre un juicio rápido que dictamine la culpabilidad o no de Sergio Araujo por un delito señalado en el artículo 383 del Código Penal. No obstante, este hecho solo evidencia aún más la actitud de un jugador que en multitud de ocasiones ha sido señalado tanto por sus deslices fuera del campo como por su falta de compromiso dentro de este. Araujo, consciente de la situación, en repetidas ocasiones se ha mostrado arrepentido y ha dejado claro que está cien por cien comprometido para dar lo mejor de sí y poder ayudar al equipo amarillo a cumplir sus objetivos. Sin embargo, cuando parecía que el mejor Araujo dejaba destellos de que eran ciertas sus palabras, llegando incluso a recordar en ocasiones a su mejor versión, nuevamente se reía de todos y regresaba a su entropía personal.


Es por ello que resulta inevitable no ver en él proyectada la sombra de futbolistas de curriculum similar. Pero ya todos sabemos el final que, tarde o temprano, le esperan a estos.


Porque, claro está, cada uno puede hacer en su vida privada lo que desee. Pero cuando supuestamente se comete un delito y son continuas las salidas nocturnas y los altercados, este espacio de tu vida personal se convierte en un fiel reflejo de lo que da y está dispuesto a dar en lo profesional.


Aún así, de nada sirve malgastar esfuerzos en reprocharle nada. No, eso ya se ha hecho en otras ocasiones y ya sabemos el resultado. Se acabó. Se terminó, por mi parte, el ir detrás de él; ya no habrá más reprimendas sobre sus actos. Porque estos siempre siguen el mismo ciclo: comete un error, le señalamos y se lo echamos en cara, a las semenas mostramos cierta confianza hacia su “recuperación” y, finalmente, vuelta al principio.


Ahora le toca ser consciente que ya no está en la temporada del ascenso, que ya no está dando el nivel como futbolista que se le espera, que ya no es ese jugador por el que el presidente rechazó ofertas que, para el club, eran auténticas millonadas; de que ya no es el delantero titular del equipo. Ahora lo que le toca es dar lo mejor que tiene (porque materia hay). Si da todo ese potencial, bienvenido sea, si no, que deje paso a toda una lista de futbolistas deseando romperse el alma jugando y sabiendo dónde están.

Y es que dicen que la mejor manera de que no te desilusionen es no esperar nada de nadie. Por eso, Araujo, yo ya no espero nada de ti.




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