Quique Setién ha marcado el primer tanto de la expedición a San Sebastián con la convocatoria de toda la plantilla profesional incluyendo al tercer portero, David Ramírez, habitual con Las Palmas Atlético.
Conjura a orillas de La Concha, un viaje de unión ante dos partidos que, dado los resultados y las sensaciones que emanan de los cuatro anteriores, se antojan como auténticas pruebas para medir el potencial que está demostrando el conjunto amarillo, al que se le atisba un techo aún más alto del que está alcanzando. Una victoria ante un igual como la Real Sociedad, permitiría la licencia para soñar con vencer al Titán del Paseo de la Castellana con la tranquilidad del deber cumplido.
Para ello el técnico cántabro quiere a todas sus huestes preparadas, compenetradas como falange espartana, listos para las dos próximas batallas con escasas fechas de separación. Todos los jugadores bajo sus órdenes, conviviendo las 24 horas, respirando fútbol, compartiendo inquietudes, compitiendo en cada entrenamiento para convencer a Setién de ser merecedores de iniciar la partida en la cancha. Soldados infatigables de una idea en extinción: "el camino más corto para la victoria es jugar bien".
La primera de las refriegas será ante un conjunto donostiarra que se encuentra exigido de vencer para reconducir su errático comienzo (1 Victoria, 1 empate y 2 derrotas) ante una afición ávida de goles y victorias en su feudo tras una ser testigos de una derrota (vs Real Madrid, 0-3) y un empate in extremis (vs Espanyol, 1-1). Y hasta allí han marchado con sed de gloria los hombres de Setién, un capitán que dirige un conjunto que defiende la idea que, aplicada del boxeo al fútbol: "vuela como mariposa, pica como abeja" ya pronunció Muhammad Ali. Fútbol de seda y pegada con dinamita, orden táctico con espacio para el libre albedrío que emana de la calidad que atesoran estos futbolistas.
No sé qué nos deparará el final de temporada, si podremos mirar a los gigantes de esta liga a la cara, o estaremos perdidos en medio de la nada o, peor aún, sufriendo para defender nuestra plaza en el Olimpo. Lo único que sé es que el camino, el viaje que hacemos jornada tras jornada, es de lo más divertido con este entrenador y estos jugadores. Esta idea, esta propuesta, me reconforta y me une más a mi club. Porque al final, nunca dejamos de ser aquellos niños que sólo querían disfrutar con su equipo. Es por eso que la victoria sin contenido, es sólo una estadística, polvo en el viento, no una vivencia grabada a fuego en nuestros recuerdos.
No me imagino una vida sufriendo con un entrenador y unos jugadores "cagones" y como aficionado resignado a la mediocridad, así el resto de nuestras vidas. Ese, y no otro, es el verdadero fin, disfrutar de nuestro equipo, de su propuesta, de su idea de jugar de la forma más atrevida: creando en cada acción la jugada más bella. Disfrutemos pues, nos lo hemos ganado al fin y al cabo, tras una larga travesía por el más árido de los desiertos futbolísticos.
