31 de octubre de 2016

LA CARA B || LA UD SE MIRA AL ESPEJO


Tras el partido de la noche de ayer contra el Real Club Celta de Vigo, llega "La Cara B" de la jornada, por Román Pérez González. Otra mirada analítica y ya en frío del frenético encuentro vivido en el Estadio Gran Canaria. 

La UD jugaba contra un espejo celeste y cuando se dio cuenta ya iba perdiendo 0-3. Tenía el balón y la idea; tenía la teoría, pero la práctica resultó más densa. El Celta dejó la iniciativa a Las Palmas, replegó y se encargó de suministrarle balones a Iago Aspas a la espalda de la defensa.

Se debe recalcar esto; el Celta de Vigo, quizás uno de los equipos más vistosos del fútbol nacional por su idea preciosista y creativa replegó su juego para no dejar hacer a la Unión Deportiva Las Palmas. 

Y le salió perfecto a Berizzo. 

El equipo de Setién tenía el balón, pero el primer tiro llegó en el 27. Con posesión abrumadora, pero teniendo el balón donde los gallegos querían. Taponando estos las vías creativas amarillas. El Celta, el espejo, sabía como parar a ese hermano lejano canario que pretende jugar como ellos quizás por ven en nosotros sus fallos, quizás por saben el límite de su propia medicina. La UD se perdía en la horizontalidad. Viera - Tana y Boateng, tras el gol estratosférico, saldrán para siempre subrayados con tres colores en los informes de los scouting y tendrán vigilancia hasta en el baño del Gran Canaria. 



Raúl falló, esto es obvio. Y lo hizo, especialmente, en el segundo gol y en la mala salida final, pero es incomprensible la inquina continuada cada vez que juega. No es algo nuevo. Incluso Setién sacó la cara por él en la rueda de prensa. El cántabro tiene una fórmula que, a grandes trazos, se repite desde su llegada: si el que juega lo hace bien - o no lo hace mal- sigue jugando. Pasó con Momo y con Wakaso el año pasado, tras los buenos partidos en Copa y, para mí, es lo que ha sucedido con Raúl hasta hoy. Ahora está por ver su proxima decisión. Si sigue confiando o decide volver al plan inicial con Varas.

La entrada de Livaja y la verticalidad representada por Macedo por la derecha fueron factores decisivos en pos del empate definitivo. Livaja - Araujo juntos. Boateng - Tana - Viera. Roque en la maquinaria y el primero llegó por mediación de Bigas de cabeza. Un auténtico arsenal que, por tesón, acabó embotellando al rival.

Fue un gran partido. Uno de esos que recordaremos cuando, al volver la mirada atrás, pensemos en estos años de regreso a la élite. De esos que restablecen el orgullo de ser amarillo y el amor por el fútbol. 






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