Si hay una palabra que defina lo que debería aportar Juan Emmanuel Culio al centro del campo de la UD Las Palmas es liderazgo. El argentino es un tipo con carácter, un jugador que con su estilo de juego acapara el balón y a la postre el fútbol de su equipo. Hay dos datos significativos que demuestran esto. Por un lado, su fuerte carácter, que se refleja en que en los 18 partidos que jugó con el Deportivo en Segunda haya recibido 10 amarillas y una roja -curiosamente en el Estadio de Gran Canaria -. Por otro lado, su incuestionable protagonismo, que se evidencia en que participó activamente en 11 de los 22 goles que marcó su equipo con él sobre el campo.
Esto, al fin y al cabo, son cifras, son datos, es estadística pura y dura. Sin embargo, seguramente lo que más le interese conocer al aficionado amarillo son las sensaciones que dejó en A Coruña el ex del Galatasaray. "Las sensaciones son todas buenas". Ésa es la frase que se extrae de los corrillos de periodistas deportivos en A Coruña cuando hablamos del centrocampista bonaerense. Culio aterrizó en Galicia con un Dépor en un clima de inestabilidad brutal y con muchos problemas institucionales. La hinchada pedía que el conjunto blanquiazul no sufriese en sus carnes los cercanos descensos del Racing de Santander, Tenerife o Hércules a Segunda 'B', equipos que no hace mucho saborearon las mieles de la máxima categoría. Culio no. Culio solo firmaba ascender.
No solo era la afición quien pedía permanecer en la categoría sin pasar problemas. El entorno del club firmaba crear un proyecto afianzando la cantera y poder ascender en dos o tres años. Esto era así hasta que llegó Culio. Desde la rueda de prensa de su presentación -en la que convenció a todos que el ascenso era posible- hasta que el Al-Wasl se hizo con sus servicios, el zurdo siempre dio la vida por la elástica blanquiazul. Puro genio argentino. Galones, carácter y liderazgo: esto es lo intangible. Si queréis otro día hablamos de lo puramente futbolístico.
