20 de diciembre de 2015

OPINIÓN || LA 3ª VÍA PARA EL CASO VIERA



En la previa de Cornellá saltó la sorpresa con la ausencia de Jonathan Viera no sólo del once titular sino de la convocatoria. Al instante se desató todo tipo de especulaciones ante la incredulidad del hecho y desde su entorno se dejó caer que podría ser por lesión, supuestamente informados por el propio jugador. 


Los 90 minutos que se tardó en disputar el encuentro, con derrota y mal partido de los amarillos, fue lo que duró el misterio. Quique Setién en Sala de Prensa confirmaba que el mediapunta no jugó por una cuestión disciplinaria de régimen interno y no quiso dar más detalles. Sería el propio protagonista quien, en micrófonos de la Radio Oficial, confirmara que durante los entrenamientos tuvo un comportamiento poco adecuado al perder un partidillo del que se arrepentía y pidió disculpas públicamente.

El club siempre está por encima de cualquier profesional, se vista de corto o juegue con la calculadora desde el despacho, de eso no hay duda y es una de las máximas que prácticamente todo aficionado defiende. No obstante, dado la situación clasificatoria del equipo, la presión a la que están sometidos es de agradecer que los jugadores de la plantilla se encuentren totalmente enchufados y no quieran perder ni en los entrenos.

No justifica esto que no se deba castigar al jugador por un comportamiento incorrecto que puede ser una falta de respeto hacia sus propios compañeros, pero el castigo debe estar acorde con el "crimen" cometido. Y en eso ha fallado Setién. Ha querido dar, con unas de las vacas sagradas del vestuario, un castigo ejemplar para dar un aviso a navegantes: no hay lugar para ciertas actitudes dentro de su vestuario.

El problema subyace que ante un hecho menor el daño recibido ha sido mucho mayor  por la ausencia de ese jugador. Asegurar que con la participación de Jonathan Viera el resultado del partido hubiese sido otro es, sin duda, un ejercicio de fútbol ficción sin base ni fundamento. No obstante, es innegable que con la participación del nº 20 la Unión Deportiva hubiese contado con un elemento diferenciador, su mejor jugador, que le hubiese otorgado más posibilidades de rescatar algo positivo en el encuentro.

Queda en el aire un halo de tiro en el pie en la decisión de Setién donde todos han salido perdiendo: el equipo sin su mejor efectivo, el entrenador por una decisión desmedida y el jugador nuevamente expuesto ante la opinión pública. ¿No existía una tercera vía donde al jugador se le sancionara económicamente pero que el equipo no se viera mermado en sus posibilidades?

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