Victoria in extemis [2-3] y de prestigio de la UD en el Vicente Calderón, pese caer eliminados de Copa del Rey. Los menos habituales dieron la cara. Lo peor, la lesión de Hernán.
Parecía un trámite en todo. La UD viajaba a Madrid con la cabeza puesta en Barcelona. Los aficionados, en general, más pendientes de los fichajes que están por llegar o de los que viajaron con el grupo pero con un interrogante en la frente. Y la culpa, claro, la había tenido el 0-2 en casa de hace una semana porque en condiciones normales el partido habría sepultado cualquier otro debate. Setién optó por reservar a las primeras espadas y puso a Raúl; Macedo, David García, Aythami, Hélder; Javi Castellano, Hernán; Momo, Mateo, Tana; Livaja y Simeone, fiel a la cantinela que lo ha encumbrado los últimos años sacó a Moyá; Vrsaljko, Godín, Giménez, Lucas; Juanfran, Koke, Saúl, Nico Gaitán; Correa, Griezmann.
Y, aunque el partido arrancó con esa sensación inoculada por todos y tardó en romper el Atlético de Madrid bien plantado parecía querer cerrar las esperanzas de la Unión Deportiva con un gol tempranero, pero no llegó.
En el minuto 18 Hernán Santana hizo un movimiento y sintió una molestia pidiendo el cambio automáticamente. Su cambio, sorpresivo, inesperado hizo que Montoro tardara unos minutos en entrar y el Atlético aprovechó la inferioridad para apretar más y tratar de aniquilar el partido. La entrada de Montoro cimentó a una UD que creció a lomos de un Tana que tiene una clase infinita. Suyas fueron las ocasiones más claras, las jugadas más limpias, un pase a Macedo al espacio provocó que el croata Livaja estuviera a punto de adelantar a la UD. Solo una parada plena de reflejos de Moyá lo evitó. La Unión Deportiva volvió a merecer el primero con un gran disparo de Tana tras un buen pase de Momo cambiando el juego de banda.
La segunda parte se inició con la misma tónica que la primera, pero al Atlético le salió bien el plan porque marcó. Una buena jugada entre Griezmann y Gaitán tras una internada de Vrsaljko concluyó con un pase de la muerte del argentino y el francés -nombrado tercer mejor jugador del mundo ayer- solo tuvo que empujarla.
En el minuto 57 la UD salió de la presión colchonera tocando el balón y ahí Marko Livaja, en acción individual, esquivó a los defensas que le salieron al paso y cruzó el balón inapelablemente ante la estirada de Moyá. Golazo sin discusión.
Acto seguido llegó, a la postre, la puntilla a la eliminatoria. Un pase en largo de Koke a Correa acabó en gol; en la pelea por la posición falló David García. Ángel Correa, pillo, le puso el cuerpo y le ganó la posición al de Maspalomas. Con todo a su favor, en el mano a mano, escorado con Raúl, acabó batiéndole entre las piernas.
Y ahí el partido parecía muerto y en un valle inane del que parecía que nadie despertaría, pero el orgullo de la UD no tiene tope y en el 88 un pase precioso en profundidad de Lemos -había entrado por Macedo- a Mateo que, solo con la recepción del pase ya ganó el hueco necesario para centrar a un Livaja que únicamente tuvo que empujarla para firmar el 2-2. Gran gol, el segundo del croata, que parecía definitivo. Y, en el descuento, minuto 93, un centro de Viera -había entrado por Momo- hizo que la UD se llevara el partido tras un buen remate de Mateo García de volea ante el que nada pudo hacer Moyá. Muy buena reacción del equipo, pero insuficiente a efectos prácticos, de clasificación.
Se acaba la participación amarilla en Copa del Rey dando la cara, ganando en la que -esta vez sí- es la última visita al Vicente Calderón. La UD pierde la eliminatoria, pero sigue su escalada de prestigio.