8 de abril de 2018

CRÓNICA || CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (2-1)



Un cúmulo de errores que dieron el pistoletazo de salida el 18 de marzo de 2017 han acabado dando con la UD, nuestro equipo señero sin par, con sus huesos en Segunda División, a falta de que los números den por concluida esta maravillosa aventura en la élite que ha durado tres temporadas. 

Un cúmulo insaciable de errores que se sucedían, uno tras otro, desde los preparativos de esta temporada bochornosa hasta la culminación de esta pesadilla. El equipo llegaba a Valencia en la jornada 31 con 21 puntos; creo que si hemos llegado hasta aquí con posibilidad es por el demérito de los rivales y no por nuestros aciertos, que han sido escasos. Estamos hablando de las dudas por contratar a De Zerbi, de la contratación sorpresiva de Manolo Márquez, desmembrando al filial de su eje, de la contratación de Pako Ayestarán para un cargo al que no supo hacer frente casi desde el primer instante, hablamos de que una plantilla que arrancó el Carranza con Vitolo, Viera, Boateng, Rèmy, Calleri, con Tana, con Fabio y sin Fabio, con Aquilani y con Samper llegando en el último suspiro y hablamos de un equipo que tuvo que "ser muy agresivo" en el mercado de invierno porque el equipo tenía 11 puntos al término de la primera hoja del calendario y existía el riesgo de morir muchos kilómetros antes de llegar a la orilla, como así ha sido. Hablamos de mantener cuatro partidos a un emblema como Paquito Ortiz, creando un precedente en la liga de mantener tanto tiempo a alguien sin carnet de entrenador, hablamos del Almirón sí, Almirón, no. Hablamos de Jémez que no ha podido conducir el barco hasta puerto, que ha intentado sortear los mil y un contratiempos, pero que no ha sabido meter en vereda al barco amarillo porque tras la agresividad invernal el equipo, con la salida de Jonathan Viera se ha quedado con el encefalograma plano en ataque y con una endeblez defensiva alarmante y con decisiones incomprensibles como no contar con Rèmy ni con Tana los dos últimos partidos.


Hubo mejorías, hubo momentos de lucidez colectiva; se empató con el FC Barcelona invicto hace no tanto en el Gran Canaria, se jugó bien en Vigo, pero esta lucha, este diagnóstico era mucho más grave, esta herida era mucho más profunda porque el enfermo no tenía buen aspecto: los días de picos bajos han  superado en toneladas a los días de picos altos, pero uno tiende a agarrarse a lo positivo y a sentir que ese filo de luz optimista acabará por llenar el cielo, pero no. La realidad acaba por golpearnos y ese día fue hoy.

Las Palmas empezó bien, especialmente los primeros 35 minutos, en la que el equipo presionaba la salida de balón levantinista, cortocircuitando las posibilidades del ataque rival, pero todas estas buenas sensaciones se vinieron al traste cuando un resbalón de Aguirregaray, hoy lateral derecho, provocó que Morales, el habilidoso extremo del Levante, tuviera una autopista por la que entrar. Su centro, despejado inocentemente por Alejandro Gálvez acabó en los pies de Coke que solo tuvo que empujarla para hacer el 1-0 y empañar todo el buen hacer amarillo. Porque sí, la primera parte estaba siendo buena; Imoh Ezekiel, la principal novedad amarilla en el once, junto a la ausencia inexplicable de Calleri, estaba cuajando un buen encuentro, sorprendente, si tenemos en cuenta que hasta el momento su participación era igual a cero. La vuelta de Etebo al centro del campo daba empaque, frescura, claridad a una presión inteligente, pero esa primera parte resume el año: Ezekiel tuvo un mano a mano con Oier en el 6' y la marró. Ellos una, y para dentro.


El empate de David García a la salida de un córner en el albor del segundo acto podía suponer un halo de esperanza y el equipo se volcó. Calleri entró en el arranque por Momo y tuvo una inmejorable, de las que pocas veces falla, pero la moneda salió cruz y el segundo gol, el de la remontada, el que diera la vuelta al estado de ánimo al que aferrarse para seguir en la brega, no llegó y sí, el del Levante, que aprovechándose del desequilibrio amarillo en defensa, en pos del gol salvador, hizo el 2-1 por medio de Campaña en el 91' y con un jugador menos. 

El equipo se vació, es indudable, pero no da para más. Es triste, pero así lo parece. Esta UD que ha ido perdiendo la calidad con el paso de la temporada ha llegado con vida al tramo decisivo, pero sin calidad en la botas, con un juego ramplón, obvio, a millones de años luz del que podría haber tenido si el 18 de marzo de 2017 la decisión hubiera sido otra. O no. Nunca lo sabremos.


Toca reconstrucción.







                                           fotos: La Liga.es




No olvides suscribirte, para recibir todos nuestros análisis, noticias y opiniones, directamente en tu email.

Ingresa tu correo electrónico:

Recuerda confirmar tu suscripción, haciendo click en el enlace que recibirás por email.