24 de abril de 2018

OPINIÓN // CAE EL IMPERIO DEL GUANARTEME RAMÍREZ


A veces tengo ganas de despertarme y descubrirme acostado con Belén Rueda. O con Antonio Resines. Al caso es lo mismo. Despertar y descubrir que todo ha sido un mal sueño, con un pésimo guión, producto de una mala digestión por haber cenado fuerte. Pero no. El golpe que sufre hoy el Guanarteme Ramírez y toda su estructura es tan grave que probablemente ya nada será igual. Se levantan alfombras, se abren cajones, se espabilan conciencias, se publican noticias que dejan desnudo e indefenso a un empresario que construyó un imperio sin cimientos. Y que todavía hoy es presidente de la UD Las Palmas, siendo además máximo accionista.

No, Miguel Ángel Ramírez no salvó a la UD Las Palmas. Este club fue rescatado por miles de ciudadanos como tú que en el momento de la conversión en Sociedad Anónima Deportiva (aquello si fue estar a punto de desaparecer) fueron y compraron una acción que costaba 10.000 pesetas y que hoy no vale apenas nada. Fue salvado, involuntariamente por decenas de empresas que se vieron abocadas a la quiebra cuando gracias a la ley concursal un juez les dijo: ”en aplicación de la norma no van a cobrar la totalidad de la deuda pendiente”. Fue salvado gracias a las decenas de miles de aficionados que se han seguido abonando, y gracias a los acuerdos firmados con los sucesivos gobiernos cabildicios, discutibles y discutidos sobre todo en tiempos de crisis.

En el peor momento, con el club intervenido en el proceso concursal, apareció la figura de un juez con aspiraciones mesiánicas que disfrutó durante meses de alabanzas, palmeos en la espalda, entrevistas mediáticas y un puesto fijo en el palco de autoridades. Donde mejor se ve el fútbol. Y Ramírez tan sólo tuvo la suerte de ser el presidente que asistió como espectador a un proceso insólito.

Cobo Plana hizo muchas cosas que no le convenían. Para empezar, convertirse en protagonista. Con una interpretación de la ley concursal tan libre, que la UD Las Palmas fue el primer y único club en salvarse de una deuda millonaria gracias a su aplicación. Tan libre, que la ley fue modificada automáticamente para que ningún otro juez pudiera hacer lo mismo. Tan libre, que el señor Cobo Plana fue invitado a dejar su plaza de magistrado. Y la dejó. Su relación con el presidente duró hasta que se les rompió el amor de tanto usarlo. Y dejamos de verle en el palco. En este club sólo cabe un salvador.

Tuvo mucha suerte Ramírez de tropezar con este juez. En general ha tenido mucha suerte en múltiples aspectos. No le voy a negar trabajo y tesón. No le voy a negar tampoco el amor que dice sentir por el club. Que no es mayor ni mejor (aunque él no esté de acuerdo) que el que sentimos el resto de amarillos que a su entender solemos estar equivocados.

Me pregunto por qué en el mundo del fútbol, no sólo en nuestra tierra, existe el convencimiento de que los clubes deben ser administrados por los más afamados y ricos empresarios de éxito. Señores que por suerte o por buena gestión han triunfado en múltiples sectores empresariales y, sólo por eso, están al parecer en disposición de administrar un club deportivo profesional. Sé que son ellos (hacen falta locos para esto) los que ponen más dinero del debido para hacer fichajes. El fútbol es un gran negocio. Aunque tampoco ha sido exactamente ése nuestro caso. Desde luego comparándolo con otros bien conocidos.

En cualquier gran empresa, hacen falta técnicos. Profesionales con conocimientos. Y eso es exactamente de lo que carece la Unión Deportiva. Hay un dicho que afirma: “Los gerentes de primera se rodean de asesores de primera. Y los gerentes de segunda, contratan asesores de tercera”. Et voilà! Esa frase es un reflejo perfecto de lo que es hoy por hoy este club.

El gran problema actual no es que la UD Las Palmas haya descendido a 2ª división. Nos hemos visto mucho peor… No hay que mirar muy lejos en el tiempo para recordarlo. No sirve de nada eso de “somos una afición y una ciudad de primera y merecemos estar en primera”. No. Eso hay que merecerlo en el césped, en el vestuario y en las oficinas del club. Lo peor de la actual situación es que el barco va sin rumbo y el capitán no está a bordo. El capitán descolgó hace un tiempo su barco salvavidas y puso rumbo al Caribe. Adonde se está llevando su patrimonio, donde no le conocen y donde, por el momento, no tiene problemas judiciales.

Porque aquí los tiene. Era algo sabido, no nos enteramos por lo que publican hoy los diarios. Múltiples, complejos y prolongados en el tiempo. Su castillo de naipes se ha derrumbado y tiene importantes problemas profesionales que nada tienen que ver con la Unión Deportiva.  Eso (es perfectamente entendible) le hace priorizar. Para mi también es más importante mi familia y mi trabajo que mi afición por el fútbol. No hay reproche al respecto. Pero en esas ocasiones hay que saber renunciar, hacerse a un lado, delegar. Como quieran llamarlo. Aunque son verbos que no tienen encaje en el comportamiento habitual del señor Ramírez.

Los amarillos estamos hoy tristes, es inevitable. La clave está en saber digerir esa tristeza. La mejor manera es mantener intactos los valores deportivos del club que, esos sí, pertenecen a la afición. Las acciones se compran y se venden. Los valores no. Podemos sentirnos orgullosos de ser amarillos y de intentarlo año tras año. La capacidad de salir adelante nos pertenece.

Como dice Fred Kofman, no hay garantía frente a la tristeza. "Los que son felices porque les ha ido bien, no se dan cuenta de que han vivido bien… hasta hoy". A esos les costará el triple recuperarse. El ciclo de Ramírez terminará. No sé si este año. No tengo ni idea de cuándo ocurrirá. Pero lo hará. Entonces recuperaremos el club. Y la ilusión.




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