17 de diciembre de 2016

CRÓNICA || EL CEMENTO Y LA PLUMA




La UD perdió (1-0) en el Calderón tras un disputado encuentro contra el Atlético de Madrid en un partido que se decantó por una jugada aislada.
  
El Atlético de Madrid llegó al partido con intención de marcar distancia pronto, pero no lo logró gracias, entre otras cosas, a la inteligencia y velocidad de Bigas y Lemos. El charrúa, que volvía a la titularidad, realizó un gran partido y recordó al que maravilló el año pasado. Dejó, incluso, un zapatazo lejano que tocó en el larguero y que, de haber entrado, competiría con el gol de Boateng en El Madrigal. 

La UD salió al Calderón con Montoro por Tana y, aunque en ataque se notó la falta de un genio sí contribuyó mucho y bien Ángel Montoro en la salida de balón, sorteando la presión alta del equipo madrileño junto a Roque y Vicente, más sueltos que de costumbre, incorporándose al ataque sabedores de que la espalda estaba bien cubierta con un compañero más. Quizás buscando que, tras algunas pérdida de balón en la construcción, hubiera un peón más tratando de corregir el fallo. Y salió bien. La primera parte la UD fue creciendo, quitándose el miedo, la emoción, la tensión, de jugar en un campo mítico y poco a poco fue creyéndoselo, combinando con posesiones cada vez más largas.

 
En la segunda parte se mantuvo la tónica y llegó el minuto 58. Jonathan Viera condujo y cedió a Roque que, tras un buen disparo se topó con Miguel Ángel Moyá en una jugada que pudo ser perfectamente el 0 - 1. Acto seguido, un disparo de Griezmann interceptado por Lemos en primera instancia llegó a Saúl que, desde fuera del área, la coló donde nada pudo hacer Varas y los rojiblancos se adelantaban en el marcador.

La UD pudo empatar; hubo opciones en una jugada de Hélder que remató Macedo o un disparo de Livaja que paró Moyá, pero, en general, el Atlético, lamiéndose las heridas de puntos que ha perdido recientemente y sabedores del botín se decidieron a esperar a la UD y a tratar, sin nigún acierto, de cerrar el partido en un contragolpe que no llegó. Sintiéndose cómodos frente a la posesión preciosista, pero muy poco peligrosa de los amarillos el tiempo fue pasando y las opciones de puntuar fueron reduciéndose. Quizás ahí sí se notó lo que adolece el equipo, ahora que se abre el mercado invernal. Setién quiso echar agua, delicadeza, clase al cemento que habian montado los de Simeone con la entrada de Tana y de Momo, pero estos movimientos llegaron demasiado tarde y no surtió efecto.


Aún con todo, hay que ser optimistas. La UD Las Palmas ha ido a uno de los campos más difíciles e importantes del país y ha dejado su impronta y su aroma, su oficio, su planta, y su buen hacer y sólo faltó la salsita -definitiva, fundamental- y la gracia de todo esto, lo más difícil, el gol. 

Camina, orgullosa y con paso firme la UD por una élite llena de zanjas y sólo queda aplaudir.
 




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